Por Juan Dávila-García.-
He confeccionado muchos trabajos hablando del folklore a nivel de Guía y de otros
pueblos de canarias, recordar así; Guía de Gran Canaria música y esplendor:
Conversaciones con mi padre;
Retazos del folklore I y II, y otros
que han servido a muchos estudiosos
de tan importante tema sacar
conclusiones del desarrollo del
mismo a través de los tiempos y
conocer con más amplitud cuanto se
coció al respecto. No es ninguna
entelequia decir que la música
canaria desde sus orígenes, -cuales
sean-, es una de las más hermosas
que se puedan escuchar, desde la
triste malagueña hasta la airosa isa pasando por la señorial folias, así como otros aires
de reciente descubrimiento que cada día enriquecen más nuestro ya extenso repertorio.
Insignes musicólogos canarios han dotado a nuestro folklore de grandes obras cuyas
connotaciones sinfónicas resaltan de manera elocuente interpretadas por grandes
orquestas de fama mundial, así los diversos Cantos Canarios compuestos por; Teobaldo
Power, Tejera, Luís Campanero, Hernández Cruz, Doreste, etcétera, constituyen todo un
compendio de los más emblemáticos aires y ritmos existentes en nuestra tierra. Es
elocuente resaltar las grandes composiciones que han enriquecido aún más nuestro
relicto musical como son las llevadas a cabo por; Néstor Álamo, Pancho Guerra/Pacota
Mesa, Andrés Plata, Los Huaracheros, Juan del Río, Andrés Macias, Elfidio Alonso,
José González y otros, todas estas obras están basadas en su mayoría en los propios
aires canarios.
Grandes y abundantes han sido los/as cantantes, que han ejecutado estos
extraordinarios repertorios, así recordar en
Guía a Celita Sosa, Josefina Saavedra y
Pura Moreno, las cuales les imprimieron a
estos bellos cantos un sello personal de
enorme trascendencia, más tarde
aparecieron los voces inconfundibles de
María Merida y Mary Sánchez y en la
actualidad son muchas las/os interpretes
que existen en canarias cuyo virtuosismo y
forma de interpretar las/os hacen
merecedores de los más dignos elogios;
Mary Carmen Mulet, Isabel González,
Carmen Estévez, Candelaria González, Olga Cerpa, Marivi Cabo, Blanca Casañas,
Manolo Estupiñán, Luís Morera, la saga de los Corujos, Ico Arocha, Fabiola Socas,
Mari Carmen González, María Encinoso y tantos otros que con una capacidad
interpretativa digna de encomio hacen que nuestros aires y ritmos prevalezcan con toda
la nitidez y grandeza que se merecen. Desde hace muchos años hasta hoy son
abundantes los grupos folklóricos y las parrandas que han existido y existen en nuestra
tierra, salvo excepciones a todos les adorna el exquisito don de la interpretación tan
fundamental a la hora de ejecutar nuestros ancestrales aires tan prolíferos y bellos. Citar
como escaparates de la idiosincrasia de nuestra música a los programas televisivos,
Tenderete venido a menos y la Bodega de Julián, y las innumerables tocatas y parrandas
que todavía se celebran con un gran predicamento en muchos de nuestros pueblos donde
se combina la música canaria con la originaria de la América latina. Me han informado
que todavía en Guía estas tocatas o parrandas se llevan a efecto en diferentes casas del
pueblo y que las mismas tienen un candor grandilocuente por las personas que
participan en las mismas, todas con un acreditado caché musical y folklórico.
No peco de irresponsable si digo
que las mejores Agrupaciones
Folklóricas de Canarias, ha sido con
diferencia respecto a las demás, la
lagunera Hesperides, la conejera Ajei,
la Guanarteme y Roque Nublo de Las
Palmas y las Princesa Guayarmina y
Tirma-Guíense de Guía de Gran
Canaria. Cada una lucía su palmito con
arreglo a una serie de variantes que se
daban en las mismas. Es lógico y
razonable pensar que una era mejor que la otra radicando ahí la esencia en lo que
respecta a la sana rivalidad que entre ellas existía. La Hesperides de La Laguna tenía
una gran homogeneidad ya que su grupo de cuerdas y su cuerpo de baile guardaban una
relación muy afín en cuanto a la valía de todo el conjunto. Disponía de una vestimenta
muy lucida guardando una total sintonía en lo referido a la forma del traje típico de la
isla de Tenerife. Faldas a rayas las mujeres, con dos colores al menos, -sin refajo-, blusa
blanca con una corta torera encima y la capa roja atada al cuello, rematado todo un con
gorrito muy pequeño de forma circular muy parecido al canotier, los botines negros
hasta media pierna con ataduras a ambos lados. Los hombres usaban un pantalón negro,
-tipo bermuda como se llama hoy-, bota de cuero crudo beige, con medias blancas hasta
por encima de las pantorrillas, chaleco floreado y debajo del mismo una camisa blanca
sin cuello, todo ello rodeado por el ceñidor que solía ser de diferentes colores.
La Ajei de San Bartolomé de Lanzarote,
siempre utilizó la vestimenta típica de la
isla conejera, cuyos cánones no eran muy
ortodoxos, donde sobresalía la famosa
sombrera tan utilizada por los labriegos,
faldas largas en las mujeres con bastante
caída y al igual que las blusas solían ser de
diferentes colores, pañuelos liados en la
cabeza. Los hombres vestían con pantalón,
chaleco y ceñidor negro, la camisa
generalmente blanca por fuera, yendo descalzos en la mayoría de las ocasiones. -En la
actualidad la vestimenta de las rondallas de Lanzarote ha variado ostensiblemente a
modo y manera de la AF. de Los Campesinos la más relevante de la isla-. Tenía un buen
conjunto de cuerdas que sonaba bien afinado y conjuntado.
Las agrupaciones folklóricas de Gran
Canaria todas usaban, las mujeres al
menos, las fantasías que del traje típico
femenino de la isla que había diseñado
Néstor Martín. Los hombres por el
contrario eran más austeros a la hora de
vestirse de “magos” como dicen en
Tenerife, utilizaban la camisa blanca, los
calzones y el chaleco negro, -eso si en
esta ultima pieza lucían bordados en
forma de pintaderas y símbolos canarios
de origen prehispánico-, calcetín y zapatos negros y el ceñidor de diferentes colores.
Los bailadores de las AF Princesa Guayarmina, Roque Nublo y Guanartme, usaban el
calzón blanco a media pierna, camisa blanca almidonada, el ceñidor rojo y a modo de
abrigo un tres cuartos de estameña que le llegaban a la altura de las rodillas y sobre
puesta la manta esperancera, botas de cuero beige y medias gruesas blancas, también
portaban en las manos el regatón, consistente en un trozo de palo de arce de 1,70 metros
de largo y que en la terminación del mismo disponía de una punta metálica para poder
hincarlo en la tierra. La Roque Nublo, que siempre fue la agrupación que recibía a los
turistas y autoridades a pie de muelle o en la pista del aeropuerto tenía un buen conjunto
e interpretaba nuestros ancestrales aires con bastante acierto, basando todo su esplendor
en una gran cantadora que tenían que enfermo muy joven llamada Sazy Cabrera. Las
tres disponían de unos grupos de cuerdas bastantes aceptables, radicando el valor de las
tres en lo variado de las vestimentas que lucían y especialmente en su plantilla de
bailadoras/as, que interpretaban, isas, folias, malagueñas, seguidillas y saltonas con un
gran acierto.
La Tirma-Guíense, detentaba su poder en
el extraordinario conjunto de cuerdas que
poseía, lo mejor del archipiélago según se le
nominó en unas fiestas de San Benito Abad
en La Laguna allá por mediados de los años
cincuenta del pasado siglo. La mayor parte
de los componentes de este conjunto eran
profesionales, que compartían su tiempo en
la Agrupación con otros menesteres
musicales. En cuanto a la vestimenta de las mujeres era de idéntica configuración a la de
las agrupaciones citadas (Guayarmina etc….), los hombres tenían en sus ropajes el
formato tradicional canario por excelencia, camisa blanca, pantalón recto negro y
chaleco del mismo color al igual que el ceñidor, el calzado oscuro sin ningún
aditamento especial. Es interesante resaltar que si la Tirma tenía como he dicho un gran
grupo musical, el cuerpo de baile por el contrario no tenía una gran relevancia, aunque
entre los elementos que lo formaban habían excelentes bailadoras/es que en parejas
ganaron muchos premios, recordar entre estos a Santiago Mederos y a Carmela, hoy
marido y mujer o a Tino Díaz y María Teresa Castellanos. La Tirma con una
conformación muy versátil en su conjunto musical, igual interpretaba aires canarios que
una obertura, opera o zarzuela. Cuatro de sus componentes fueron la columna vertebral
de la Orquesta Pulso y Púa del Real Club Victoria de Las Palmas allá por los años
cincuenta del pasado siglo.
El insigne Víctor Doreste, en su libro
“Recuerdos de mi niñez y juventud” en la
segunda reimpresión del mismo año 2006,
pagina 90, nombra a una Rondalla llamada
La Florida (jamás he oído hablar de ella) y
al respecto manifiesta “La Florida no fue
nunca superada en su época por ninguna
rondalla. Ni en su época ni después. Hace
unos años, se dieron unos pasos más, en
calidad y número, con la orquesta pulso y
púa del Real Club Victoria, absurda y
tristemente desaparecida, para bochorno y
sonrojo de la ciudad y de las entidades de carácter turístico….”.
Doreste gran intelectual y excelente tocador de la guitarra, realza con su elocuente
maestría, las virtudes de la pulso y púa del Victoria, y los que la conocimos y la
escuchamos, tenemos que rendirnos ante tales virtuosas palabras de este gran maestro
de las artes.
Hoy existen agrupaciones, parrandas y grupos con un dignísimo palmares, -no todos
por desgracia-, que siguen deleitándonos con sus acertadas y brillantes intervenciones,
además de grandes solistas con el timple, para todos ellos mi reconocimiento. La música
canaria ha rebasado nuestras fronteras por su buen quehacer y es conocida y alabada en
todo el mundo, su idiosincrasia basada en la esencia de su tipología, es interpretada por
las mejores orquestas sinfónicas, las cuales la utilizan en su repertorio por la excelencia
que en el contenido de la misma se observa, gran sonoridad e inigualables melodías.
Nuestra música se codea hoy con lo más clásico que existe y en muchos teatros del
mundo comparte atril con las obras más emblemáticas.
Un primer acercamiento a la realidad en Canarias de los trajes típicos y de los indumentos tradicionales.
Antes de iniciar cualquier comentario sobre las indumentarias tradicionales quiero dar un cordial saludo de bienvenida a todas aquellas personas que se acerquen a esta sección de ‘Vestimentas’ de la revista virtual ‘Bienmesabe’. Este nuevo medio de comunicación nos ofrece una oportunidad única a todos los amantes de este amplio mundo de los indumentos tradicionales.
De unos años a esta parte, las vestimentas tradicionales han sido uno de los principales focos de atención de la cultura popular de estas islas. Conociendo la acelerada pérdida de identidad que está sufriendo nuestra sociedad (víctima de la influencia del turismo y de los medios de comunicación), ha resurgido en las islas un encomiable interés por los temas tradicionales. En todo esto, las vestimentas tradicionales no se han quedado atrás, constituyendo además un elemento de presencia casi obligada en la mayor parte de las manifestaciones de carácter tradicional: romerías, grupos folclóricos, bailes de magos, teatros costumbristas, deportes autóctonos, etc.
Haciendo un poco de historia reciente, todos conocemos que a mediados del siglo XX cada una de las islas del archipiélago se representaba institucionalmente con un ‘traje típico’ o ‘traje de mago’, si bien el proceso de configuración y confirmación de estos trajes fue diferente en cada isla: en Gran Canaria, Fuerteventura y La Gomera son fruto de creaciones artísticas; en Tenerife, Lanzarote y El Hierro tienen un origen tradicional, aunque están transformados; sólo en La Palma mantienen una relación directa con las auténticas ropas tradicionales que se llevaron en dicha isla. Como vemos, en esta época la mayor parte de las islas se representaba con indumentos que poco tenían que ver con los usos de sus antiguos pobladores, aunque casi todos los canarios sabían diferenciar los trajes típicos de las distintas islas y se veían identificados con el de la suya.
Pero unas décadas después la cosa cambia. Sobre 1970/80 surgen nuevas tendencias en el tratamiento del folclore tradicional (hasta la fecha sometido a un cliché muy encorsetado) que repercuten también en el mundo de las indumentarias. En este periodo se promueven y desarrollan distintas tareas encaminadas a sacar del olvido diversas facetas de la cultura tradicional, haciéndose muy comunes las labores de investigación, el trabajo de campo, el rescate y la recopilación. Muchos de los frutos de estos trabajos (que se desarrollaban de una forma más o menos rigurosa) salen a la luz con las agrupaciones folclóricas y, junto con las melodías, cantos y bailes recuperados, aparecen los nuevos ‘trajes tradicionales rescatados’. La irrupción en el mundo del folclore de estos nuevos indumentos fue y sigue siendo motivo de confusión, de crítica, de discusión, de especulación y de voluntariedad.